Homenaje a mi hermana menor

La vida nos ubica en distintos roles a medida que pasa el tiempo, incluso en relación a un mismo vinculo.

O quizás es que nosotros vamos encontrando en que lugar nos sentimos más cómodos a medida que crecemos y experimentamos.

Con mi hermana nos paso eso.

Cambiamos de roles a lo largo de nuestra convivencia fraterna.

Nos movimos.

Nos conmovimos.

Jugamos y fuimos compañeras. Fuimos pares. Fuimos cómplices. Fuimos enemigas. Nos odiamos por momentos. Nos costó entendernos y nos tuvimos celos. Nos admiramos también. Empezamos a acompañarnos más. Fuimos equipo. Fuimos ayuda. Fuimos sostén. Nos escuchamos. Nos mimamos. Nos dimos animo mutuamente. Nos queremos. Nos perdonamos. Nos extrañamos en la distancia.

No se bien de que manera fuimos logrando ir cambiando nuestra relación pero es incuestionable que ella ya no es más esa chiquita que yo abrazo mientras mi mamá nos sostiene a las dos.

Ella ya no esta atrapada entre tantos brazos.

Abrió las alas. 

Mi hermanita creció, maduro, se paró y aprendió a sostenerse.

Y logró encontrar su lugar en la compleja dinámica familiar. Y luchar por una autonomía que le permitiera tener más libertad. Soltar con exigencias y reclamos ajenos. Largar los mandatos que consideró inútiles y aferrarse a los valores que asumió como fundamentales.

Mi hermanita se encontró y se permitió ser genuina.

Y una vez de pie, se volvió mi confidente.

Mi compañera.

Mi amiga.
Mi orgullo.


Te quiero con todo mi corazón, te admiro y te extrañe durante los últimos grandes momentos.
Estoy feliz de que te hayas animado a volar y estes inventando tu camino.

Me hace feliz saberte siendo feliz.